martes, 1 de enero de 2013

XIX.


Una vez me dijiste que no quedaba aire para tanto castillo, pero qué querías  si lo poco que sabia sobre huracanes era gracias a tus besos, y es difícil dar un portazo y marcharse después de uno de esos. Era más fácil quedarse y morderte un rato más antes de que volviéramos a caer en picado.