Vivimos
siempre, esperando una señal
En
el límite del bien, en el límite del mal.
Y
esperamos a algo que no llega,
y ya saben
quien
espera
desespera.
Pero
vaya, que nos encanta autolamentarnos y entrar en bucles depresivos aún
sabiendo que los únicos que podemos hacer que la señal llegue somos nosotros, únicamente
nosotros. Porque si no ¿quién? ¿esperas que los demás la hagan aparecer para ti? Nah,
están demasiado ocupados echándote la culpa de sus penas como para
levantarse y ver que el mundo solo lo puede mover cada uno, y que las
desgracias son solo molinos y no esos gigantes que intentamos ver.
Y
hasta aquí mi momento de positivismo.
Odio
la gente positiva y mas en los días grises, o rojos.
En
los que nadie te trae el desayuno
y
los diamantes.
Así
que
Te
esperare en el límite del bien y del mal.
Ya
sabes, esperando la señal, mientras nos quejamos y bebemos
un
domingo.
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